Casualmente, ayer he tenido una conversación sobre cine más que interesante… ¿Las películas se deben coleccionar y volverlas a ver o una vez vistas debes pasar a las siguientes? Hay muchísimo cine por ver y no existe tiempo vital para poder abarcarlo todo, error que se comete a menudo (por lo menos yo lo hago). Si es que el refrán: «quien mucho abarca, poco aprieta» es toda una realidad. Finalmente, llegamos a la conclusión de que hay películas que necesitan ser vistas más de una vez. ¿Quién de vosotros no ha visto una película tantas veces que hasta se sabe los diálogos? ¿O una serie? Si es que cuando algo te gusta y es bueno, no hay porque tirarlo a la basura, o, más común, a la papelera de reciclaje.

Recordando algunas de esas películas que no me cansaré de ver, me acordé de un actor que siempre me encantará, Edward Norton, y un compañero de baile, Brad Pitt que como el buen vino, mejora con los años. Rescaté uno de esos discursos o frases de cine que tengo guardadas para entretenimiento y reflexión personal y me apetece compartirlo porque tiene un gran significado. Este es un momentazo de El club de la lucha del maestro David Fincher:

«La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados.

No sois vuestro trabajo. No sois vuestra cuenta corriente. No sois el coche que tenéis, ni el contenido de vuestra cartera. No sois vuestros pantalones. Sois la mierda cantante y danzante del mundo.

En el mundo que imagino se cazarán alces en los bosques húmedos de los cañones que rodearán las ruinas del Rockefeller center. Se llevarán ropas de cuero que durarán toda la vida. Se trepará por cepas gruesas como mi muñeca que envolverá el edifico Osheas. Y cuando se mire hacia abajo se verán figuras machacando maíz, colocando tiras de venado en el arcén de alguna autopista abandonada.»